domingo, 7 de mayo de 2017

Fernando Pessoa y la confederación de las almas

Fernando Pessoa es el poeta de los heterónimos, esos otros autores que formaban parte de él mismo, cada uno con su personalidad, su biografía y sus propias creaciones. Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Bernardo Soares, Álvaro de Campos... 

Vamos a leer algunos de sus poemas y conocerlo mejor. Abajo tenéis un vídeo de la Televisión portuguesa sobre su biografía y este enlace que os llevará a un especial sobre su vida y poética en la revista Amberes.

Os recomiendo la novela de Antonio Tabucchi Sostiene Pereira, en la que el protagonista nos habla de una teoría curiosa sobre la personalidad: 

Quisiera hacerle una pregunta, dijo el doctor Cardoso, ¿conoce usted los médecinsphilosophes? No, admitió Pereira, no los conozco, ¿quiénes son? Los más importantes son Théodule Ribot y Pierre Janet, dijo el doctor Cardoso, fueron sus obras lo que estudié en París, son médicos y psicólogos, pero también filósofos, propugnan una teoría que me parece interesante, la de la confederación de las almas. Explíqueme esa teoría, dijo Pereira. Pues bien, dijo el doctor Cardoso, creer que somos «uno» que tiene existencia por sí mismo, desligado de la inconmensurable pluralidad de los propios yoes, representa una ilusión, por lo demás ingenua, de la tradición cristiana de un alma única; el doctor Ribot y el doctor Janet ven la personalidad como una confederación de varias almas, porque nosotros tenemos varias almas dentro de nosotros, ¿comprende?, una confederación que se pone bajo el control de un yo hegemónico. El doctor Cardoso hizo una breve pausa y después continuó. Lo que llamamos la norma, o nuestro ser, o la normalidad, es sólo un resultado, no una premisa, y depende del control de un yo hegemónico que se ha impuesto en la confederación de nuestras almas; en el caso de que surja otro yo, más fuerte y más potente, este yo destrona al yo hegemónico y ocupa su lugar, pasando a dirigir la cohorte de las almas, mejor dicho, la confederación, y su predominio se mantiene hasta que es destronado a su vez por otro yo hegemónico, sea por un ataque directo, sea por una paciente erosión. Tal vez, concluyó el doctor Cardoso, tras una paciente erosión haya un yo hegemónico que esté ocupando el liderazgo de la confederación de sus almas, señor Pereira, y usted no puede hacer nada, tan sólo puede, eventualmente, apoyarlo.



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