Para que yo me llame Ángel González, | |||
para que mi ser pese sobre el suelo, | |||
fue necesario un ancho espacio | |||
y un largo tiempo: | |||
hombres de todo mar y toda tierra, | |||
fértiles vientres de mujer, y cuerpos | |||
y más cuerpos, fundiéndose incesantes | |||
en otro cuerpo nuevo. | |||
Solsticios y equinoccios alumbraron | |||
con su cambiante luz, su vario cielo, | |||
el viaje milenario de mi carne | |||
trepando por los siglos y los huesos. | |||
De su pasaje lento y doloroso | |||
de su huida hasta el fin, sobreviviendo | |||
naufragios, aferrándose | |||
al último suspiro de los muertos, | |||
yo no soy más que el resultado, el fruto, | |||
lo que queda, podrido, entre los restos; | |||
esto que veis aquí, | |||
tan sólo esto: | |||
un escombro tenaz, que se resiste | |||
a su ruina, que lucha contra el viento, | |||
que avanza por caminos que no llevan | |||
a ningún sitio. El éxito | |||
de todos los fracasos. La enloquecida | |||
fuerza del desaliento... |
miércoles, 31 de mayo de 2017
Para que yo me llame Ángel González
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