lunes, 26 de diciembre de 2016

Me compré el libro del que te hablé


En las fachadas hay letreros que guiñan y luces que trepan


El hablador sonámbulo que vuelve del abismo cruza la madrugada



La inquietud que me conmueve es una ola que ruge contra la roca


Me dormí en las manos de un sueño que no puedo contarte


Nadaba en ese momento en que las luces flotan como brasas


El caballo que ganó la carrera era de raza árabe


lunes, 19 de diciembre de 2016

Podridos en Elsinor, Hamlet


Comenzamos la lectura de Hamlet, que deberíamos ver representada en el Barbican Centre de Londres. Nos conformaremos con poner en marcha la imaginación y el coloquio bloguero. Como de costumbre aquí podemos dejar dudas, inquietudes, propuestas... un canal de comunicación, más o menos rápido, en el que nos damos cita. Prometo diligencia, pero recordad que estaremos preparando nuestros cuerpos para ser el mejor alimento de gusanos posible (así nos vamos habituando a la obra). Cuidado con familiares taimados, copas de cava envenenadas, fiestas y petardazos, en cualquier rincón salta la sorpresa.

Tópicos literarios: Locus amoenus

Locus Amoenus es un tópico literario clásico que significa “lugar ameno”. Muchos autores lo definen como un “lugar propicio para el amor”, para el disfrute,  el gozo o la evasión.
Físicamente el Locus Amoenus es un bello y umbrío paraje compuesto por unos elementos esenciales: un prado con árboles y flores, con una corriente de agua o una fuente, normalmente bañado por una refrescante brisa estival, donde armonioso suena el sonido de los pájaros, siempre alejado de ciudades o lugares habitados.
En esta adaptación del texto de Gonzalo de Berceo, Milagros de nuestra Señora, podéis leer una sugerente descripción del Locus amoenus:

Un prado verde de flores bien poblado. Daban olor las flores bien olientes, refrescaban en la persona la cara y la mente, manaban en cada rincón las fuentes claras corrientes, en verano bien frías, en invierno calientes. Había ahí gran abundancia de buenas arboledas. La verdura del prado, el olor de las flores, las sombras de los árboles de templados sabores refrescáronme todo e perdí los sudores: podría vivir cualquier persona con aquellos olores. Yaciendo a la sombra perdí todos cuidados, oí sonidos de aves dulces y modulados: nunca se oyeron órganos más templados, ni que formar pudiesen sones más acordados. El prado que vos digo tenía otra bondad, por calor ni por frío no perdía su belleza, siempre estaba verde en su integridad.



El Renacimiento nos traerá la naturaleza en perpetua primavera como escenario ideal para los diálogos y quejas amorosas de los pastores idealizados de Garcilaso de la Vega. Después pasaremos por la naturaleza domesticada en el jardín Rococó versallesco, hasta llegar al paisaje natural como reflejo del estado de ánimo plenamente subjetivo y tenebroso, lleno de ruinas, cementerios, tempestades, (locus horrendus), del Romanticismo. Hasta la contemporaneidad y los escenarios urbanos de ciudades que ahogan a sus habitantes entre largas avenidas, semáforos, enmarañadas líneas de metro, etc.
El fondo paisajístico donde se desarrolla la tragicomedia humana ha ido cambiando y adaptándose a los gustos y modos de vida de cada época y a las necesidades expresivas de los autores. En definitiva, cada uno de nosotros tenemos, por razones sentimentales o no, nuestro particular locus amoenus. ¿Cuál es el tuyo?

martes, 13 de diciembre de 2016

Tutorial sobre La Celestina




Estas vacaciones leemos La Celestina

Hola, en estos días de vacaciones vamos a leer una adaptación de La Celestina. La Compañía nacional de teatro clásico encargó a Luis García Montero que adaptara la novela dialogada original, de forma que pudiera ser representada en teatros, dada la extensión de una obra que probablemente se escribió para ser leída en voz alta. 
A veces, las mejores obras de la Literatura se alejan de nosotros por la variaciones diacrónicas de nuestra lengua o por gustos propios de una época que en la actualidad lastran demasiado su lectura a un estudiante de bachillerato. Creo que Luis García Montero acierta rebajando de retórica el texto, sin perder la esencia de los personajes y sus acciones y consecuencias. Una novedad es que ha introducido un nuevo personaje, el de Fernando de Rojas, que aparece como introductor y guía.
Otros grandes autores: Alejandro Casona, Camilo José Cela y Torrente Ballester, se han encargado de llevarla a la escena.
La Celestina es toda una crítica a la entonces incipiente sociedad comercial en la que primaba el interés por el dinero más que por los linajes. Y también una parodia de la convención literaria, que traspasó  por imitación desde la nobleza a lo más profundo de las clases sociales, y que denominamos "amor cortés".
Antes de la lectura echad un vistazo a lo que dice el académico de la RAE Francisco Rico sobre esta obra maestra de la Literatura. Y fijaos en los personajes femeninos, en lo que dicen y hacen, en lo que reivindican y viven, en cómo quieren ser y cómo son.
Ya sabéis, dejad vuestros comentarios, que son evaluables y muy importantes para que comprendáis mejor el texto.




lunes, 12 de diciembre de 2016

Proposiciones subordinadas adjetivas



Tipos de proposiciones subordinadas adjetivas

Al igual que sucede con los adjetivos, se pueden distinguir dos tipos de oraciones subordinadas adjetivas:
  • Explicativas: como su nombre lo indica, lo que hacen es explicar o aclarar algún aspecto del antecedente y se escriben entre comas, a modo de inciso aclaratorio.
  • Especificativas: restringen el alcance del antecedente y se escriben sin separarse mediante comas de aquel.
En este vínculo tenéis información esquematizada sobre este tipo de proposiciones subordinadas.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Un poema de Rymond Carver

Mi muerte

Si tengo suerte, voy a estar conectado de todos los modos posibles
en una cama de hospital. Tubos metiéndose
en mi nariz. ¡Pero traten de no asustarse por mí, amigos!
Les digo ya mismo que esto está bien.
Es poco lo que pido en el final. 
Alguien, espero, va a haber llamado a todos
para decirles, “¡Vengan rápido, no está respondiendo!”
Y van a venir. Y va a haber tiempo para mí
para que me despida de cada uno de los que amo.
Si tengo suerte, van a acercarse un paso más
y voy a poder verlos una última vez
y llevarme ese recuerdo conmigo.
Seguro, quizá posen sus ojos sobre mí y quieran irse corriendo
y aullar. Pero, en cambio, como me quieren,
van a levantar mi mano y decir “Coraje”
o “Va a estar todo bien”.
Y tienen razón. Está todo bien.
Todo perfecto. ¡Si tan sólo supieran cuán contento me pusieron!
Sólo espero seguir con esta suerte, y hacerles
alguna seña de reconocimiento.
Abrir y cerrar los ojos como diciendo:
“Sí, los escucho. Los entiendo”.
Podría incluso arreglármelas para decirles:
“Yo también los quiero. Sean felices”.
¡Ojalá! Pero no quiero pedir demasiado.
Si no tengo suerte, como me merezco, bueno,
simplemente me desplomaré, así no más, sin chances
de despedirme o de apretar la mano de nadie.
O de decir cuánto me preocupé por ustedes y disfruté
de su compañía todos estos años. En cualquier caso,
traten de no llorar por mí mucho tiempo. Quiero que sepan
que fui feliz mientras estuve acá.
Y recuerden que les dije esto hace un tiempo – en abril de 1984.
Pero estén alegres por mí si puedo morir en presencia
de amigos y familiares. Si esto sucede, créanme,
salí bien de ésta. Esta vez, no perdí.

Un poema de W. H. Auden

El que más ama

Mirando las estrellas, sé bien 
que si fuera por ellas me puedo ir al infierno,
pero en la tierra la indiferencia es lo que menos
tenemos que temer de los hombres o las bestias. 

¿Cómo nos sentiríamos si las estrellas ardieran
con una pasión que no pudiéramos corresponder?
Si el afecto no puede ser igual,
entonces que sea yo quien más ame.

Por más admirador que crea ser
de las estrellas a las que les importa un comino esto,
no puedo decir, ahora que las veo, 
que haya extrañado terriblemente una en todo el día.

Si todas las estrellas desaparecieran o murieran
yo debería aprender a mirar un cielo vacío
y a sentir sublime su oscuridad total
por más que me lleve un tiempito.


Versión de Tom Maver, Collected poems, Vintage International, New York, 1991.